¡Ay, qué penita!.
Después de 5 semanas dándole duro al Muay Thai, ya era hora de cambiar de tercio, moverse y viajar un poco.
Hay gente en la «calle del Muay Thai» que se ha pasado 3 o 4 meses en Tailandía sin haber ido a la playa, o visto un pez, o comído un Pad Thai. Así que para no acabar así, decidí que esta iba a ser mi última semana entrenando.
Le he pegado muy duro, y el Jueves entrené durante 7 horas! que no está nada mal.
No sé si volveré alguna vez allí, pero la experiencia me ha gustado mucho, y es posible que al volver a España continúe practicando artes marciales.
Me he puesto bastante en forma, aunque solo he perdido 4 kilos en las 5 semanas, pero me siento más ligero y con mi cuerpo funcionando mejor en general. La técnica básica del Muay Thai yo creo que si que la he pillado, aunque obviamente en un mes tampoco se puede uno volver Van Damme. Ya tengo automatizados muchos golpes, bloqueos…
Como en todas las actividades, el secreto está en practicar mucho hasta que se hagan las cosas de forma automática.
Ya nadie me tiene que decir que deje caer el brazo al dar una patada, ni hacia donde tiene que mirar la mano al dar un codazo. Y si alguien me lanza una patada, el bloqueo con la pierna me sale sin pensar. Todo sale de forma automática, inconsciente.
Punto y a parte.
El jueves, a modo de despedída me quise currar una paella para los parroquianos del bar al que he ido casí todos los días ( ¡A beber agüita!, Baco mátame).
En el tema marisco no hay problema, en el mercado encontré buen material, incluido un peacho calamar de 1 kilo que hizo las veces de sepia.
El problema estuvo en la cocina del bar que me dejaron, donde, evidentemente, no había paellera. Pero es que no había ni una sola sartén plana! Así que entre hacer la paella en un wok o en una cazuela de las de rancho de la mili, elegí la segúnda opción.
¿Arroz bomba? Anda ya! pero , ojo, tampoco voy a hacer una paella con arroz largo como el que usan aquí, así que la única opción era arroz japonés de sushi, que se comportó bastante bien, pero al tener un punto de cocción diferente al español se me pasó un poco (además de que tiene mucho más almidón).
Segúndo problema: me pusieron ayudantes! No sé muy bien por qué, pero de repente tenía a dos tailandesas cortando el pimiento, cortando la cabeza a las gambas ( nooo!!!!) y haciendo cortes raros al calamar, como en los platos de los chinos, que parecen espirales de calamar. Mi colega Toni tuvo que estar ahí de control, jeje.
De repente no es que yo estuviera haciendo una paella, es que estaba de jefe de cocina!
En fin, se hizo lo que se pudo. Conseguí evitar que revolvieran el arroz y que se quemara.
Inevitablemente el arroz se pasó, ¡pero de sabor estaba bueno!
Después de mucha sangría y de bailar la bamba, se acabó mi primera incursión en el mundo del Muay Thai. Pena, penita, pena.
Ahoa estoy en Koh Phi Phi, archipiélago de islas preciosas y kársticas, al que le voy a dar una vuelta en barco en 14 minutos. Ya os contaré qué tal, pero no pinta mal.