En Tailandía en el momento en el que saltas a un bar de fiestuki vas a ver a chicas guapas, bien arregladas, simpáticas y con niveles varios de inglés. Son amables, te traen las bebidas, juegan contigo al billar y son excepcionalmente buenas en ganarte bebidas jugando al Cuatro en raya.
Son las «bargirls», cuya función es entretener al personal (de ambos sexos, aclaro), hacer que todo el mundo esté a gusto y enseñar un poco de pierna para que se llene más el bar.
Estas chicas ganan unos 250 bath al día ( sobre 6€), y muchas de ellas acaban yéndose al final de la noche con farangs ( extranjeros), que les pagan diez veces su salario porque se acuesten con ellos.
Desde España la cosa se simplifica con que «Tailandía está llena de putas», pero el asunto no es tan simple. Estas chicas no se consideran a si mismás prostitutas, aunque evidentemente algo hay.
Conocimos hace unas noches a una de estas chicas, «Am». «Am» nació en Isán, provincia pobre del norte de Tailandía, y bajó hace ya 7 años al sur a ganarse la vida con los guiris.
Am tuvo un novio inglés durante un año y pico así que habla un inglés bastante decente que hace posible la comunicación. Es simpática, agradable, inteligente y, claro, está muy buena.
Estamos en un bar de una ciudad cualquiera del sur de Tailandía, mi amigo Toni y yo, jugando al billar. Hay también una pareja de suecos y un hombre inglés de unos 50 años.
Con nosotros hay tres tailandeses encargados de que lo pasemos bien. Están Lu y Dan, que son pareja, de unos 25 años y está Am.
Dan se dedica a pegarnos soberanas palizas a Toni a mí al billar. Lu hace lo propio con el conecta 4, y Am da conversación en general a nosotros, a la pareja sueca y al hombre inglés.
En un momento parece que el hombre inglés va a llevarse a Am, y mi colega Toni en un momento etílico-inspirado, decide meterse de por medio. Por hacer la historia más corta, el resultado es que Toni acaba en la cama con Am, sin pagar nada. Se gustan, y se hacen colegas.
Al día siguiente nos vamos de excursión con Am y con su hermana a ver la zona. Nos llevan a playas donde no hay nadie, a comer a restaurantes cojonudos por cuatro perras, y hablamos mucho.
La hermana de Am es peluquera, y ha comprado hace poco (con el dinero de su hermana) un local pequeñito donde en un mes va a abrir su propio salón. Está muy emocionada, y lleva 4 días poniendo papel pintado en las paredes. Sin su hermana no habría sido posible, es la que pone la pasta. Irse a la cama con Am vale 3000 baht, y mi amigo Toni lo ha hecho gratis. Curiosamente eso le hace sentirse culpable porque al meterse en medio de Am y el hombre inglés le ha hecho perder el dinero necesario para comprar 10 rollos de papel pintado.
Pasamos un par de días cojonudos. Nosotros les pagamos la comída, y las cosas. Alquilamos un catamarán a vela por 10€ para ver algunos islotes. Ellas a cambio nos hacen de guías, nos enseñan los sitios, nos recomíendan. La hermana de Am quiere pagar algo. Le dejamos que nos invite a un helado.
Al tercer día íbamos a ir a la playa de Railay. Pero solo se presenta la hermana de Am. Su hermana no puede venir. Toni la llama. «¡Hey! vente, vamos a coger un barco, comer en la playa y pasarlo teta». Am dice que lo siente, pero que tiene que trabajar. Su hermana lo sabe, pero no le da importancia. Pasamos el día en la playa y al volver decidimos acercar en moto a la hermana a su proyecto de peluquería para que nos lo enseñe. En Tailandía no pasa nada por ir 3 en una moto, y sin casco. Así que allá que vamos el trio calatrava. Melenas al viento, y chancletas en alto.
Llegamos a la peluquería, entramos. Y allí está Am, con el hombre inglés de hace dos noches sentado en un sillón. Nos saludan, abrazos. Qué tal todo.
La cara de Toni y la mía son un poema. Más la suya que la mía, claro. E increiblemente ellas dos no le dan importancia. Am y su hermana se comportan como si no pasara nada.
Am nos lleva al pasíllo y nos dice que cuando termine de currar nos llama, que si su amigo le da buena propina no hace falta que vaya por la noche al bar. El hombre, gordo asqueroso, sucio por dentro y por fuera nos ha levantado a una amiga, y nos mira desde el sillón sabiendo que aunque a las chicas las invitemos a arroz con pollo y a excursiones de catamarán, con eso no se paga la peluquería de la hermana pequeña.
Salímos de la casa con ganas de potar, y preguntándonos si de verdad habíamos hecho dos colegas o qué.
Por la noche salímos, nos despedímos de Am y su hermana y Toni, raro durante toda la tarde, se juega dos mil baht al conecta cuatro con Am. Y pierde, y le da la pasta. Se dan un beso y los dos falangs nos vamos a casa. Dejamos a Am currando, jugando al billar, al conecta cuatro, y vendiendo sonrisas.
Am es de Isán. Todas las bargirls son de Isan. T-O-D-A-S. No la mayoría, todas. Da igual que estés en Bangkok, en el norte o en el sur. Veras chicas de Isán, emigradas, vestidas para la ocasíón.
Isan es, por supuesto, la región más pobre de Tailandía.
Cuando vuelva al sur con mi novia, irémos a cortarnos el pelo a la peluquería de la hermana de Am.
🙁
Yo cada vez que en Thailandia, que era constantemente, veía a un gordo asqueroso occidental de la mano de una guapa jovencita-casi niña de la mano, me ponía fatal, pero me imagino que no se puede extrapolar nuestra mentalidad. Y no significa que me parezca digno, para ellas, lo que esas chicas hacen, pero quizás para ellas es como si se dedican a limpiar los baños del aeropuerto, algo desagradable pero que les da de comer.
Alberto me he apuntado a leer tu viaje y me ha creado «MONO». Me alegro que disfrutes . Voy a ver si convenzo a tu padre y nos vamos los dos también……
Un abrazo.
Alberto, sal cuanto antes de Tailandia porque la tal Angela Martinez (AM) es un peligro.
Desde Salamanca: FELIZ NAVIDAD y Año NUEVO lleno de aventuras.
http://zarzadepumareda.blogspot.com.es/2013/12/desde-salamanca.html
-Manolo-
No voy a comentar más que esto, pero imagino que sabes lo que pienso sobre lo que pasa cuando se va de «occidental-guay» por la vida en Tailandia, o en cualquier país del Sur empobrecido.
La simple presencia de occidentales en estos países -si no es en acitividades de cooperación- ya es contaminante.
Y ahora, suéltame una monserga sobre el «libre» mercado (¿de carne también?) y lo que quieras.
Por cierto, en Bangkok los niñatos burgueses de clase media occidentalizada siguen tratando de tumbar al Gobierno que apoyan las clases populares y el campesinado.
La hermana del ex-primer ministro no es el ex-primer ministro, y los Camisas Rojas no son precisamente pijillos con móvil surcoreano.
Supongo que todo esto resulta lejaaaaaaano…
Ah, Valva: no es cuestión de mentalidades, sino de explotación y opresión.
Y eso no entiende de fronteras ni de culturas.
Una cosa es vender tu fuerza de trabajo, tus manos, tu cerebro, tu coño, o lo que sea; y otra no tener más remedio que vender tu coño porque no quieren nada más de tí.
Hay que captar el matiz, ¡demonios!